Enero17

lunes, 27 de enero de 2014

Regalo de Dios - Las dos cajas




Soñé que tenía dos cajas en mis manos que Dios me había dado, una era negra y la otra dorada. Me dijo :"Pon tus penas en la caja negra, y tus alegrías en la dorada". Hice lo que me había dicho y guardaba en cada caja según Dios me lo había indicado. Noté que la caja dorada se hacía cada vez más pesada y la negra seguía tan ligera como antes.

Con curiosidad abrí la caja negra para averiguar el por qué, y me di cuenta que tenía un gran agujero en el fondo, por lo que todas mis penas se habían ido. Se lo mostré entonces a Dios y le pregunté dónde estaban mis penas.

El sonrió y me dijo : "Hijo mío, yo las tengo".

Le pregunté entonces: "Señor, ¿Entonces, por qué me diste dos cajas?

¿Por qué la dorada y por qué la negra con el agujero?".

El Señor me respondió:

"Hijo mío, la dorada es para que cuentes todas las bendiciones que te doy, y la negra es para que dejes ir tus problemas y penas y no los cargues siempre".

jueves, 23 de enero de 2014

¿Como ahuyentar la mala vibra?

Todo esta hecho de energía, incluso nosotros mismos, en el momento en que nuestra energía se ve alterada, nuestro cuerpo lo sufre de distintas maneras, tanto como nuestro espiritu, no podemos permitir que estas malas energías, o como decimos "mala vibra" ponga en alerta a nuestra estabilidad.

Nuestra energía a las demas personas, tanto como a nosotros mismos, y esto lo podemos notar estando en compañía de personas que nos hacen sentir bien, y otras que nos producen sensaciones raras o incomodas.

La primera acción para quitar las malas energías está basada en el agua. El agua es un ser vivo, dador y conservador de la vida, un elemento primordial, sensible al entorno. (Teniendo en cuenta que nosotros somos agua)  Cada vez que bebas un vaso de agua pídele: “Cúrame”, “límpiame”, “purifícame” y el agua como entidad viva que es hará lo que le pidas con amabilidad y respeto.



Para limpiar y quitar las malas energías de tu casa, negocio, oficina o ámbito donde sientas que se acumula una carga negativa, prueba lo siguiente.
Consigue un vaso limpio, llénalo con agua, (si se puede, podrías poner la mitad de agua común y la mitad con agua bendita), pon este vaso de agua en el lugar de tu casa donde cientes la carga negativa. 
También reemplaza flores secas, artefactos rotos o que no funcionan y asegúrate de sacarlos de tu casa, abre las ventanas, deja que el aire nuevo fluya.
Prueba teniendo una plantita de agua dentro de tu casa, esto ayudará a absorber las malas energías y mantener tu espacio "limpio" de ellas.

martes, 21 de enero de 2014

Que sucede cuando meditamos.


La meditación es la vía que algunas tradiciones religiosas, en particular el budismo, utilizan para evolucionar espiritualmente. En todo caso la meditación está íntimamente ligada a las acciones de la vida cotidiana. Philip Kapleau, maestro de meditación zen, dice que la verdadera práctica del zen implica no dejar las luces encendidas cuando no hace falta, no dejar correr el agua del grifo innecesariamente, nunca dejar un trozo de alimento sin comer. No se trata de hacer estas cosas por temor al cambio climático o por ahorrar dinero o para cumplir obligaciones legales, sino sencillamente porque es lo más razonable, lo juicioso, lo que nuestra conciencia nos dicta. La meditación nos ayuda a mantener la atención centrada y la conciencia despierta.

Meditar es dejar de prestar atención a la mente errática que, continuamente genera opiniones, emite prejuicios, se asusta sin motivo, se preocupa, hace valoraciones sin fundamento..., desgastando inútilmente gran parte de nuestra energía.
Meditar es permitir que la mente se sumerja en ese espacio vital que queda entre las palabras, entre las notas musicales, entre las imágenes, para que repose en el silencio, para que se apacigüen los impulsos emocionales que ofuscan la objetividad del pensamiento.

Meditar es aprender a silenciar la mente consciente y contemplar, sólo contemplar, el flujo de la mente inconsciente. Esto proporciona una menor agitación y mayor lucidez, porque mejora el razonamiento y afina la intuición, las dos grandes capacidades del cerebro. En ese espacio de silencio interior, los condicionamientos culturales, sociales, religiosos, ideológicos... que alimentan la discriminación, la dualidad y el rechazo, dejan paso a una mejor comprensión de la unidad común que nos identifica.

Dejamos de vernos y actuar condicionados por ser miembros de una raza, una nación, una comunidad religiosa o una clase social, y percibimos con mayor claridad que en realidad somos seres humanos, que formamos parte de la naturaleza, que tenemos los mismos órganos y código genético.

Hay muchas escuelas y técnicas de meditación, pero conviene no olvidar que meditar es algo sencillo, a pesar de que a veces se presente en formatos complejos, rebuscados y exóticos. Procurarse un entorno cálido, confortable o incluso establecer un pequeño ritual, puede ayudar a crear condiciones favorables para meditar; pero apegarse a las formas, precisar de complicadas fórmulas o someterse a irracionales disciplinas, no es compatible con la esencia de la meditación.

Meditar requiere, sobre todo inicialmente, cierto esfuerzo y constancia pero en ningún caso ha de ser una complicación más en nuestra vida.
Podemos practicar la meditación tanto en posiciones de completa inmovilidad física, como a través de una suave y fluida ejecución de movimientos. La respiración pausada y apacible nos ayuda a serenar la mente, y la atención mantenida en el aquí y ahora nos conduce por el camino de la quietud, de manera casi imperceptible.

Obtener libertad de mente y espíritu y ampliar nuestro estado de conciencia, a través de una visión clara y profunda del propio mundo emocional y de la realidad que nos rodea, es objetivo central en la meditación.

El indicador más fiable para poder apreciar el verdadero valor de cualquier práctica de crecimiento personal es, sin duda, constatar que nos proporciona más capacidad de establecer lazos más amorosos, o como mínimo más respetuosos y solidarios, con todos los seres vivos.
Cuando la meditación nos aporta este resultado, podemos confiar en que estamos utilizando correctamente esta fantástica herramienta evolutiva.



Algo que debemos tener en cuenta, para no caer en ello, es el riesgo de generar un hedonismo autocomplaciente, que suele generar vínculos de dependencia. Tampoco se trata de acabar envueltos en una gélida nube que enfría los sentimientos, para construir un impenetrable muro de silencio que nos aisle de los problemas y dificultades de la vida. Nada de esto tiene que ver con el verdadero significado de impasibilidad, imperturbabilidad o ecuanimidad, conceptos que solemos asociar a la práctica de la meditación.

Observar hacia dentro y desde dentro, nos involucra en el proceso de cristalización de un nuevo estado mental que pone en marcha un poderoso mecanismo de transformación emocional, y esto con total independencia de cualquier filosofía, ideología o creencia religiosa.

Uno de los mayores obstáculos para empezar a meditar es dejar que nuestras resistencias se vayan diluyendo por si solas, sin hacer nada por acelerar el proceso. Porque esa es esencialmente la actitud que alimentamos al meditar, no hacer nada, nada que no sea ser plenamente conscientes de lo que ocurre en el momento presente. Observar sin emitir juicios, sin analizar, sin comparar, sin oponernos ni ceder ante los pensamientos, simplemente observarlos y dejarlos pasar. Es el polo opuesto de una actitud pasiva o apática, porque mantener la atención centrada en el presente, observando la respiración, por ejemplo, requiere concentración, firmeza y determinación.

Una forma clásica de explicar el funcionamiento habitual de la mente es compararla con un mono o con un caballo desbocado. Cuando la mente está dispersa y va de un pensamiento a otro sin parar, es como un mono que juguetea y salta continuamente de rama en rama. Cuando se obsesiona, entra en una espiral que la lleva a actuar como un caballo desbocado que, en su agitada ceguera, acaba extenuado o despeñándose por un precipicio. Es mucha la energía que se despilfarra en estos procesos; energía que después falta donde más se necesita, y eso conduce a la ansiedad, al estrés.

Nuestro estilo de vida, repleto de estímulos sensoriales alentados por unos medios de comunicación que inciden desmesuradamente en los aspectos más negativos de la información, favorece que la superficialidad y el temor, en alguna de sus múltiples facetas, aniden en los recovecos de nuestro cerebro. Son muchos los circuitos neuronales que se establecen y refuerzan sobre esta base y que condicionan negativamente nuestros procesos mentales. La meditación promueve la creación y desarrollo de nuevas redes neuronales, que mitigan o contrarrestan estos efectos negativos y favorecen estados mentales más positivos y creativos.

Aunque un buen libro de meditación puede aportar una cierta base teórica que nos anime a empezar, enredarse en una maraña de conceptos más o menos exóticos, perderse entre los aderezos dulzones de una confusa terminología, no nos ayudará mucho. Al contrario, se puede quedar atrapado por un deseo insaciable de alimentar el intelecto, incrementando aún más el flujo de pensamientos y fomentando un estado de confusión que lleve a creer que, por el hecho de haber leído mucho o escuchado muchas conferencias, estamos en posesión de un profundo conocimiento sobre la meditación.

Como en todas las áreas de conocimiento, la auténtica comprensión es fruto de la experiencia, de la vivencia que proporciona la propia práctica regular y mantenida en el tiempo.
Fuente: Revista Aipotu 

jueves, 16 de enero de 2014

DIEZ SUGERENCIAS PRÁCTICAS PARA LOGRAR PERDONAR






Sugerencia práctica N° 1
Cuando alguien los dañe, inmediatamente ofrezcan una oración a Dios: “Oh, Dios, ayúdame a olvidar este daño, para que no entre en mi corazón y se transforme en una herida constante”.

Sugerencia práctica N° 2
Si alguien los daña hasta el punto de que no son capaces de olvidarlo (su memoria piensa constantemente en el hecho y, por ende, perturba su paz mental) sáquense esa pena hablando con algún amigo espiritual o escríbanle una carta a la persona que les ha producido ese daño.
Descárguense en una carta. Pongan en ella todo el rencor que está dentro de ustedes. Escriban todas las malas palabras que puedan. Luego de haber hecho eso, rompan en pedazos la carta y, mientras hacen eso, eleven una plegaria para que las bendiciones de Dios fluyan en la vida de la persona que ha actuado mal.
Una vez una persona fue hacia Abraham Lincoln quejándose de que alguien había actuado de una manera muy cruel hacia ella y que no podía olvidar el daño.
Lincoln dijo:
-¿Por qué no le escribe una carta diciéndole todo lo que en su mente siente contra él? Escríbala lo más fuerte posible.
Luego el hombre fue y escribió una carta muy hiriente, volvió hacia Lincoln y le dijo:
-Escribí la carta tal cual usted me lo aconsejó. ¿Puedo enviársela ahora?
-Por supuesto que no –dijo Lincoln- Ahora rómpala en pedazos y tírelos al fuego. Y olvide todo al respecto.
Olvidar es más fácil cuando uno ha descargado su mente.
Sugerencia práctica N° 3
¡Perdonen a otros, pero también perdónense a sí mismos!
La mayoría de nosotros lleva en sus corazones toneladas de culpas que nos quitan la paz mental. Ningún hombre es perfecto. Cada uno de nosotros ha hecho cosas malas en el pasado (cercano o remoto). Debemos arrepentirnos y, si es posible, quedarnos satisfechos. Debemos rezar para obtener fuerza y sabiduría y no repetir las cosas malas, y luego debemos olvidarnos de todo eso.
Un esposo una vez me dijo que él y su mujer habían vivido muy felizmente durante quince años. De repente algo (él no sabía qué) ocurrió y la esposa comenzó a estar distante, triste y depresiva.
A veces la encontraba sentada en silencio en un rincón, llorando sin cesar. Esto había arruinado la atmósfera del hogar. Él le hablaba, pero ella no le daba respuesta alguna.
Un día me reuní en forma privada con la mujer y me di cuenta de que ella llevaba en su mente un sentimiento de culpa.
Yo le dije que Dios perdona a todos. Él perdona, pero nosotros debemos aceptar Su perdón y sentirnos perdonados. En otras palabras, debemos perdonarnos a nosotros mismos.
Ella es devota de Sri Krishna. Yo le dije:
- Cuando se sienta sola en su casa, vaya y siéntese a los Pies de Loto del Señor Krishna, y descríbale paso a paso todo lo que le ha ocurrido. Pero no se conforme con decir: “Señor, Tú eres el testigo eterno de todo y por lo tanto ya sabes lo que me ha ocurrido”. Cuéntele, con lujo de detalles, las cosas que sintió que no debería haber hecho, y luego pida que Él la perdone. Y finalmente, lo más importante, olvídese de todo el problema.
-¿Me perdonará Sri Krishna por todo lo que yo he hecho? –Preguntó la mujer.
-Krishna perdona todos los pecados –contesté yo-.
Mediante Su poder, los pecados se desvanecen y podemos ser libres.
Ésta es la promesa de Sri Krishna. ¿O acaso no lo dice Él mismo en el Bhagavad Gita: “Vengan hacia Mi buscando simplemente un refugio, y Yo los liberaré de todos los pecados y sufrimientos. No tengan duda de esto”?
Ella hizo lo que se le dijo y, luego de unos días, la pareja se reencontró y me alegré muchísimo de ver una sonrisa radiante en el rostro de la esposa. Ella luego me dijo: “¡El mal se ha ido! ¡Se ha ido!”.

Sugerencia práctica N°4
Nunca tengan resentimientos contra nadie.
Si yo tengo resentimientos contra alguien, puede que no le haga ningún daño a esa persona, sino que me dañe a mí mismo. Hay muchos que sufren de enfermedades físicas debido a los rencores mentales que mantienen hacia otras personas.
Una mujer sufría de severos dolores reumáticos en la articulación de la rodilla. Ningún medicamento la podía aliviar.
El dolor se incrementaba, hasta que un santo le preguntó:
-¿Guardas rencor hacia alguien?
Al principio ella titubeó. Luego dijo:
-Mi mente guarda un gran resentimiento hacia mi propia hermana, porque ella se ha comportado muy mal conmigo.
El asceta le dijo:
-Tus dolores desaparecerán sólo cuando la perdones y hagas las paces con ella.
Al principio le era muy difícil. Pero, con el correr de los días, se reunió con su hermana y le dio un abrazo diciéndole:
-¡Dejemos el pasado atrás! ¡Comencemos de nuevo!
Para su asombro, encontró que los dolores pronto desaparecieron.

Sugerencia práctica N° 5
Todas las noches, cuando se vayan a dormir, piensen en toda la gente que les ha hecho algún daño durante el día.
Llámenlos por su nombre y digan:
“¡Señor X, lo perdono! ¡Señora Y, la perdono!
¡Señorita Z, la perdono! ¡Dios, ayúdame!”.
Por las noches tendrán un sano descanso y mejorarán la calidad de sus sueños.
Un abogado se quejaba ante un sabio porque no podía dormir por las noches. Muchas veces, estando despierto, daba vueltas dentro de su cuarto.
El sabio le dijo:
-Esta noche, antes de que te vayas a dormir, perdona a todos aquellos que te han hecho algún daño. Nómbralos uno por uno y perdónalos.
El abogado siguió los consejos del sabio. Llamó por su nombre a cada persona y dijo:
-¡Señor A, lo perdono! ¡Señora B, la perdono! ¡Señorita C, la perdono! ¡Dios, ayúdame!
El abogado contó que ésa fue la primera noche en varios años en la que pudo conciliar el sueño y descansar profundamente.

Sugerencia práctica N° 6
Debemos hacer del perdón un hábito
No nos quedemos con perdonar una, dos o tres veces. Debemos vivir perdonando cada vez que nos hagan daño.
Dios siempre nos perdona, una y otra vez. Por más que siempre seamos desobedientes, Dios nunca se cansa de perdonarnos. Él nos tiene una infinita paciencia, hasta que, finalmente, hay un punto en que retornamos a Él.
Una vez encontré un hombre en Indonesia. Me habló de un asistente suyo que lo había reportado seis veces con las autoridades reguladoras de impuestos. Luego de cada vez, el empleado volvía y pedía perdón.
-Lo he reincorporado seis veces –dijo el hombre-.
¿Cuántas veces más se supone que debo perdonar a un hombre como éste?
Yo le contesté:
-Una pregunta similar le hicieron a Jesús: “¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Debo perdonar siete veces?”. Y Jesús contestó: “Setenta veces siete”. Jesús quería decir que debemos perdonar tantas veces como se nos pida perdón.

Sugerencia práctica N° 7
Debemos movernos un paso hacia delante. Debemos perdonar incluso antes de que se nos pida perdón.
Fue Jesús quien dijo: “A quien te golpee en una mejilla, ofrécele también la otra”. Jesús también dijo que, si un hombre te somete a caminar un kilómetro con él, ve y camina otro kilómetro más.
Esta enseñanza posee un gran valor terapéutico. Quien siga estas enseñanzas encontrará que su paz interior nunca es perturbada. ¿No es la paz la sólida fundación de una buena salud?
Un cuáquero (persona que pertenece a una rama del cristianismo que está en contra de las peleas de todo tipo) tenía un vecino muy desagradable y petulante cuya vaca a menudo entraba a pastar en el jardín muy bien cultivado que era propiedad del primero.
Una mañana, el cuáquero llevó la vaca hacia la casa de su vecino y le dijo:
-Vecino, aquí le traigo su vaca una vez más. Si la vuelvo a encontrar en mi jardín…
Antes de que el cuáquero pudiese finalizar su sentencia, el vecino dijo furiosamente:
-Suponte que vaya de nuevo. ¿Qué vas a hacer?
-¿Por qué? –dijo el cuáquero suvamente-. La traeré nuevamente a su casa.
La vaca nunca más le dio problemas.

Sugerencia práctica N° 8
Cuando perdonamos también debemos olvidar.
Alguien dijo: “Puedo perdonar, pero no olvidar”. Ésa es otra forma de decir: “No te perdonaré”. El verdadero perdón es como un cheque cancelado, hay que arrugarlo y quemarlo para que nunca pueda ser presentado ante nadie.
Una noche se encontraron dos viejos amigos que hacía varios años que no se veían. Decidieron cenar juntos. Se sentaron y conversaron recordando las experiencias vividas. Finalmente uno de ellos se cuenta de que eran las de la mañana. Ambos decidieron volver a sus hogares.
Al día siguiente, se reunieron nuevamente y uno le dijo al otro:
-¿Tu esposa se disgustó porque hubieses regresado tan tarde anoche?
-Le expliqué y ella comprendió. No hubo ningún problema. ¿Cómo reaccionó la tuya?
-Cuando regresé a casa mi esposa se volvió histórica.
-Querrás decir “histérica” –dijo el amigo.
-No –contestó el otro-, quiero decir “histórica”. Sacó a relucir todo lo que ha ocurrido en los últimos treinta años de nuestra vida sentimental.
Ninguno de nosotros debe ser histórico. Cuando perdonamos, debemos olvidar. Una amiga de Clara Barton, fundadora de la Cruz Roja Americana, una vez le hizo recordar algo muy cruel que, años atrás, cierta persona le había hecho a Clara. Pero la señorita Barton parecía no recordarlo.
-¿No lo recuerdas? –preguntó la amiga.
-No –contestó-. Recuerdo todo, pero ese hecho no.
Un hombre yacía moribundo en su cama. Tenía un gran rencor hacia un amigo que lo había tratado mal injustamente. Antes de morir, quería decirle que lo perdonaba. Cuando el amigo llegó, el hombre lo abrazó y le dijo:
-Me estoy por morir, te perdono todo lo ocurrido.
El amigo se sintió aliviado y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Antes de irse el amigo, el moribundo le dijo:
-Te perdono sólo si me muero. Si me recupero retiro lo dicho.
Un toque de humor ayuda siempre a entender verdades del alma y a elevar el sistema inmunológico.

Sugerencia práctica N° 9
Cuando estés hablando de la persona a la que le tienes rencor, hazlo dulcemente.
De hecho debes hacer todo lo posible para ayudarla, para servirla. Ésa es la forma en que la gracia de Dios descenderá sobre ti.
George Washington y Peter Miller eran compañeros de escuela. Uno de ellos llegó a ser presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, y el otro, un predicador. Un hombre llamado Michael Wittman persiguió a Peter Miller y lo molestó de distintas formas.
De repente, Wittman fue involucrado en una traición y se lo sentenció a muerte.
Miller caminó setenta millas hacia Filadelfia para verlo a Washington, quien le preguntó:
-Bueno, Peter, ¿qué puedo hacer por ti?
-Por el bien de nuestra amistad, George, he venido a rogarte por la vida de Wittman.
-No, Petter, pídeme otra cosa –dijo Washington-. Este caso es demasiado negro. No puedo darte la vida de tu amigo.
-¡Mi “amigo”! –exclamó Miller- Él es el peor enemigo que cualquier hombre pueda llegar a tener.
Y, luego de eso, Miller describió todo lo que había sufrido por causa de Wittman durante más de veinte años.
Cuando Washington escuchó la historia de la persecución de Peter, dijo:
-Ah, Peter, entonces esto brinda otra perspectiva sobre el asunto. Estás defendiendo la vida de tu peor enemigo. Seguramente éste no es un trabajo del hombre, es algo divino.
Me puedo rehusar a un hombre, pero no a Dios. Perdonaré y liberaré a tu enemigo.

Sugerencia práctica N° 10
¡Olvídate de ti mismo y ama realmente a la persona que te ha hecho mal!
Una pareja, Edith y Carl Taylor, se amaban y sentían un amor que no era común. Aunque no eran ricos, Edith se sentía la mujer más afortunada del pueblo debido a todo el amor que su marido le entregaba. Ella y Carl habían estado casados durante veintitrés años, pero era como si recién se hubiesen comprometido. Cuando él tenía que viajar a otra ciudad por razones de trabajo, cada noche le escribía a su esposa una carta de amor. Además le enviaba pequeños regalos de cada lugar que visitaba.
En Febrero de 1950, el gobierno envió a Carl a Okinawa por algunos meses, para trabajar en un depósito (Carl trabajaba en el departamento de Depósito del Gobierno de los Estados Unidos). Esta vez no hubo cartas diarias ni regalos.
Cada vez que Edith le preguntaba a Carl por qué estaba tanto tiempo allí, él le escribía diciendo que se tenía que quedar por unos meses más. Había pasado un año y Carl todavía no regresaba. Sus cartas se volvieron menos frecuentes y más formales: el amor había desaparecido.
Luego de tres semanas de silencio, llegó una carta que decía: “Querida Edith, desearía encontrar una manera más apropiada de decírtelo. Acabo de solicitarte el divorcio. Quiero casarme con una mujer japonesa, a la cual amo. Su nombre es Aiko. Ella es una ama de llaves que me ha servido todo este tiempo”.
La primera reacción fue de shock, y luego vino la furia. ¿Debería ella pelear por el divorcio? En ese momento odiaba a su esposo y a esa mujer por haberle arruinado su vida. La herida condujo al odio, y el odio se consumía en el interior de Edith.
Pero la gracia de Dios descendió sobre ella. Muy pronto llegó al tercer estado: al de la cicatrización. Edith trató de no juzgar a su esposo, sino de comprender su situación.
Él era un hombre solo: su corazón estaba lleno de amor. Aiko era una chica sin dinero. En estas circunstancias es muy fácil que un hombre y una mujer se unan. Y Carl había elegido el divorcio antes que sacar ventajas de una joven sirvienta. Aiko tenía diecinueve años; Edith tenía cuarenta y ocho. Edith le escribió a Carl una carta, pidiéndole que no rompiera su comunicación con ella. Le pidió que le escribiese, de tanto en tanto, para contarle todas las noticias.
Un día, Carl le escribió contándole que Aiko estaba esperando un bebé. Y así, en el año 1951, nació una niña que fue llamada Marie. Luego, en 1953, nació otra niña, la llamaron Helen. Edith envió regalos para las pequeñas. Carl y Edith continuaron escribiéndose.
Edith no tenía ningún interés en la vida: sólo existía. Trabajaba en una fábrica y así se ganaba su vida. Esperaba que Carl algún día regresara con ella.
Un día, recibió una carta que decía que Carl se estaba muriendo de cáncer de pulmón. Las últimas cartas de él estaban llenas de temor, no por él sino por Aiko y las dos niñas. ¿Qué pasaría con ellas? Todos sus ahorros se habían esfumado en pagar las cuentas del hospital. Carl moriría sin un centavo.
A Edith le costó muchísimo tomar la decisión. Amaba a Carl. ¡Qué no podía hacer ella por el bien de ese amor! Le escribió una carta a Carl diciéndole que, si Aiko quería, adoptaría a Marie y a Helen como sus hijas. Edith se había dado cuenta de que sería difícil, a la edad de cincuenta y cuatro años, ser madre de dos pequeñas. Pero decidió hacerlo por amor a Carl.
Carl murió y Edith cuidó a Marie y a Helen. Fue una difícil tarea. Trabajó muy duro para poder alimentar a las dos nuevas integrantes de la familia. De repente se enfermó, pero no dejó de trabajar para no perder el salario del día. Súbitamente, un día, estando en la fábrica, se desmayó. Estuvo dos semanas en el hospital con neumonía. Allí, ella pensaba constantemente en Aiko. Pensaba en cuán sola se debería de sentir teniendo a sus dos hijas tan lejos. Además de haber fallecido su esposo, tener sus hijas en un país extranjero.
¿Cómo estaría Aiko?
Edith tomó el paso final en el camino del perdón. La madre debía venir y estar con sus hijas. Pero había un problema de inmigración. Aiko era una ciudadana japonesa. Y la cuota de inmigración tenía un alarga lista de espera durante muchos años más.
Edith escribió una carta a un editor, quien describió toda la situación en un periódico. Las peticiones habían comenzado. Un permiso especial aceleró los trámites en el congreso y en agosto de 1957 se le permitió a Aiko ingresar a los Estados Unidos de Norteamérica.
Mientras el avión arribaba al Aeropuerto Internacional de Nueva York, Aiko sintió un poco de miedo. Ella no sabía si Edith odiaba a la mujer que le había quitado a su esposo. Ella fue la última pasajera en salir del avión. Edith se dio cuenta del pánico que sufría Aiko. Le pidió fuerzas a Dios y llamó a Aiko por su nombre, y la muchacha fue corriendo hacia los brazos de Edith. En ese momento Edith oró: “Dios, ayúdame a amar a esta muchacha como si fuese una parte de Carl que vuelve a casa. Ahora él está presente en sus dos pequeñas hijas y en esta amable muchacha a la que amó. ¡Dios, ayúdame a sentirlo así!”.
Voy a cerrar este capítulo con una sencilla pregunta: mis queridos hermanos y hermanas, díganme, ¿podrían ustedes amar tanto como ha amado Edith?
Antes de su fallecimiento, Edtih repitió las palabras que solía decir cuando vivía junto a Carl: “¡Soy la persona más afortunad del pueblo!”.
Ésta es la magia del perdón.
*
Del libro “Elimine la ira antes de que la ira lo elimine a usted” J.P. Vaswani

¿Qué es la santería?





La Santería es una religión que tiene sus orígenes en los esclavos traídos desde el África a Cuba y Brasil.

Estos esclavos no provenían de tribus primitivas o sin cultura, muy por el contrario pertenecían a una tribu que en su momento había dominado varios reinos, los Yorubas, debido a guerras internas y con otros reinos, fueron esclavizados por estas tribus, y vendidos a los esclavistas europeos, principalmente españoles que los vendieron en Cuba y Brasil.


Llegaron a nuestras tierras, no solo con su esclavitud y penurias sino también con su cultura y religión. Los españoles tenían como requisito que los esclavos que llegaran a las Indias fueran bautizados en la fe católica, por escasez de sacerdotes y por el mismo resentimiento hacia los europeos, estos Yorubas no abrazaron verdaderamente la fe cristiana sino que disfrazaron sus propias creencias dentro de esta, esta fusión aparente, da nacimiento a la santería como hoy la conocemos. Ellos han tomado a los santos populares en Cuba y los asociaron a sus propios orisha lucumi, dioses creados por Olodumare su deidad principal.


Esta es una religión pagana que adora santos que son cristianos solo en apariencia, pero es definitivamente pagana.

 

Papa Francisco y sus vientos de cambio.



El Papa Francisco a causado por su forma de ser una revolución en la gente, hasta los que son agnósticos se muestran admirados por las declaraciones y sus consecuentes hechos que modernizan la opinión de la iglesia católica, sin renunciar a sus tradicionales dogmas, pero abriendo la mente y el corazón, interpretando el sentido de cada regla, dando una pincelada de humanidad al rostro de la iglesia, tradicionalmente sacra, dando su imagen de inalcanzable y lejana, Francisco le ha dado a la gente religiosa o no, un rostro más amable y conciliador en el cual reflejarse, un rostro amoroso para el desvalido, y un rostro amable pero con conceptos firmes ante quienes abusan de su posición socio económica o política.


Al parecer el Papa  Francisco está más interesado en la salud espiritual de su rebaño que en la política de estado del Vaticano, un líder religioso con atribuciones de jefe de estado, en lugar de un jefe de estado con tendencia religiosa.

¿Soportaran las altas esferas eclesiásticas y conservadoras este vendaval de buenas intenciones y cambios profundos?

Es obvio que como en todo ámbito en el que el hombre desarrolla sus actividades habrá superposición de intereses, oremos por Francisco y que Dios le permita hacer su trabajo a su imagen y semejanza.


domingo, 12 de enero de 2014

¿JUZGAS ANTICIPADAMENTE?



Un señor le compró un conejo a sus hijos. Los hijos del vecino, le pidieron una mascota al padre.

El hombre compró un cachorro de pastor alemán.
El vecino exclamó:
pero él se comerá a mi conejo!

- De ninguna manera, mi pastor es cachorro. Crecerán juntos, serán amigos. Yo entiendo mucho de animales. No habrá problemas.
Y, parece que el dueño del perro tenía razón, juntos crecieron y amigos se hicieron. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés.
Los niños, felices observaban cómo ambos vivían en armonía.
Un viernes el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia.

El domingo, a la tardecita, el dueño del perro y su familia tomaban una merienda, cuando entra el pastor alemán a la cocina. Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra… muerto.
Casi mataron al perro de tanto agredirlo.
Decía el hombre: – El vecino tenía razón, ¿y ahora?
La primer reacción fue pegarle al perro, como castigo.
En unas horas los vecinos iban a llegar.
- ¿Qué hacemos? Todos se miraban.
El perro, llorando afuera, lamía sus heridas.
- ¿Pensaron en los niños y en su dolor?
No se sabe exactamente de quien fue la idea, pero dijeron:
- Vamos a bañar al conejo, dejarlo bien limpio, después lo secamos con el secador y lo ponemos en su casita en el patio.
Como el conejo no estaba en muy mal estado, así lo hicieron.

Hasta perfume le pusieron al animalito, quedó lindo, “parecía vivo”, decían las niños. Y allá lo pusieron, con las piernitas cruzadas, como si estuviese durmiendo.
Luego al llegar los vecinos se sintieron los gritos de los niños.
¡Lo descubrieron!
No pasaron ni cinco minutos que el dueño del conejo vino a tocar a la puerta. Blanco, asustado. Parecía que había visto un fantasma.

Qué pasó? ¿Qué cara es esa?
- El conejo… el conejo…
-¿El conejo qué? ¿Qué tiene el conejo?
- ¡Murió!
- ¿Murió?
- ¡Murió el viernes!
- ¿El viernes?
- ¡Fue, antes de que viajáramos, los niños lo enterraron en el fondo del patio!
La historia termina aquí. Lo que ocurrió después no importa. Ni nadie lo sabe.
El gran personaje de esta historia es el perro. Imagínense al pobrecito, desde el viernes, buscando en vano por su amigo de la infancia, después de mucho olfatear, descubrió el cuerpo enterrado.

¿Qué hace él?
Probablemente con el corazón partido, desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños, imaginando poder resucitarlo.
El hombre tiene la tendencia a juzgar anticipadamente los acontecimientos sin verificar lo que ocurrió realmente.

¿Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad?.

viernes, 10 de enero de 2014

Posturas para orar.

Como hablábamos en nutra antigua publicación de "qué es orar", esta vez hablaremos de la postura física a la hora de orar.



Habitualmente se acompaña el acto de la oración con alguna postura física, como el juntar las palmas de las manos, o mostrar las manos abiertas; el abrir los brazos en cruz; el mirar hacia el cielo, o bien bajar la mirada u ocultar el rostro entre las manos; el realizar movimientos en forma de vaivén; y la postración, como manera de humillarse en actitud ascética de conversión, como arrodillarse oinclinarse (en griego proskinesis). Existe una postura, procedente del budismo zen, adoptada por los monjes cristianos, llamada posición del diamante o postura carmelitana, en la que el orante se pone de rodillas, sentado sobre los talones, con las palmas de las manos abiertas, hacia arriba, sobre las rodillas, en actitud de recogimiento y acogida. Para este fin incluso se han diseñado objetos adecuados: los reclinatorios, en el catolicismo, y las alfombras de oración (Alfombra de Baluch), en el islam y el cristianismo copto.
La oración musulmana requiere un ritual de posturas muy codificado, que incluye la orientación hacia la Meca.
Ordinariamente, los judíos contemporáneos no se inclinan. Sin embargo, se inclinaron al recitar rezos, y en la actualidad mantienen un ritual de oración con vaivén frente al muro de las lamentaciones y los textos sagrados. Los etíopes modernos tienen la costumbre de la inclinación, probablemente debido a los judíos antiguos que emigraron a Etiopía en días antiguos. La inclinación etíope es similar a la inclinación japonesa.
La postura incómoda durante la oración o su larga duración puede considerarse una forma ligera de mortificación física, que en algunos casos se exterioriza en golpes; estos pueden ser simplemente estilizados (por ejemplo, el llevarse el puño al pecho al decir Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa, del confiteor católico -yo, pecador-), o excepcionalmente ser reales. No obstante, estas auto-agresiones con fines religiosos no son tanto propias de la oración como de alguna forma de penitencia.

Tales explicaciones históricas nos llevan a otra pregunta. ¿Hay una forma correcta para orar?

Hay muchas posturas para la oración y no hay una postura correcta o incorrecta. La Biblia exhorta a los cristianos a orar sin cesar y eso requiere varias posturas para la oración – ¡nadie puede permanecer en solo una posición todo el día! Pero en la Biblia, podemos ver las varias posiciones de personas que oraban:
• Parados (Génesis 24:12-14)
• Alzando los brazos (1 Timoteo 2:8)
• Sentados (Juicios 20:26)
• Hincados (Marcos 1:40)
• Mirando hacia arriba (Juan 17:1)
• Postrándose (Éxodo 34:8)
• Poniendo la cabeza en medio de las rodillas (1 Reyes 18:42)
• Golpeando el pecho (Lucas 18:13)
• Mirando hacia el templo (Daniel 6:10)
En vez de posiciones externas, la Biblia enfatiza la postura del corazón. Si estas parado, sentado o acostado, lo importante es si tu corazón está postrado en sumisión al señorío de Cristo. La religión falsa pone mucha importancia en el comportamiento externo, mientras que el cristianismo verdadero se preocupa con el corazón. Y la verdadera oración es caracterizada por una actitud humilde ante Dios – no la postura física de una persona que ora.