Una Calabaza de 2 kilos
Un hombre entró en una verdulería.
Vio una linda calabaza naranja y, dirigiéndose al verdulero, le dijo:
- Tengo esta noche en casa una cena para unos amigos y necesito una calabaza como la que tenés en el cajón.
- ¿Cuánto pesa?
El verdulero repuso:
- 1 kilo, señor.
El cliente meció ligeramente la cabeza en un gesto dubitativo y dijo:
- Éste no me alcanza entonces.
- Sin duda, necesito uno más grande.
Era la única calabaza que quedaba en la tienda. El resto de las calabazas se habían vendido. El verdulero, empero, no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión. Tomó la calabaza y se retiró a la trastienda, mientras iba explicando al cliente:
- No se preocupe, señor, enseguida le traeré una calabaza mayor.
Permaneció unos segundos en la trastienda. Acto seguido apareció con la misma calabaza entre las manos, y dijo:
- Ésta es mayor, señor.
- Espero que sea de su agrado.
- ¿Cuánto pesa éste? – preguntó el cliente.
- 2 kilos – contestó el verdulero sin dudarlo un instante.
Y entonces el cliente dijo:
- Bueno, me quedo con las dos.
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Si nos mostramos tal como somos, seremos congruentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos.
A veces la mentira nos puede salir mal y así, herir a quienes confiaron en nosotros.
Cuando hay lazos afectivos, la mentira puede dañar mucho y por mucho tiempo. Cuando no los hay, puede ocacionar la difamación sobre quienes somos en verdad.
El único juez es el juez interno.
Tomado de Infobae.com.ar