No le reces a Dios mirando al cielo
No le reces a Dios mirando al cielo
¡mira hacia adentro!
No busques a Dios lejos de ti,
sino en ti mismo...
No le pidas a Dios lo que te falta:
¡busca tú mismo!
Y Dios lo buscará contigo,
porque ya te lo dio como promesa
y como meta
para que tú lo alcances.
No reproches a Dios por tu desgracia:
¡súfrela con él! Y sufrirá contigo
y, si hay dos para un dolor,
se sufre menos...
No le exijas a Dios que te gobierne
a golpe de milagros, desde afuera:
¡Gobiérnate tú mismo!
con responsable libertad, amando,
y Dios te estará guiando
¡desde dentro y sin que sepas cómo!
No le pidas a Dios que te responda
cuando le hablas:
¡respóndele tú
porque él te habló primero!
Y si quieres seguir oyendo lo que te falta,
escucha lo que ya te dijo.
No le pidas a Dios que te libere
desconociendo la libertad
que ya te dio.
¡Anímate a vivir tu libertad
y sabrás que sólo fue posible
porque tu Dios te quiere libre!
No le pidas a Dios que te ame
mientras tengas miedo de amar
y de saberte amado.
¡Ámalo tú y sabrás
que si hay calor es porque hubo fuego,
y que si tú puedes amar es porque él te amó primero.
(San Agustín)
¡mira hacia adentro!
No busques a Dios lejos de ti,
sino en ti mismo...
No le pidas a Dios lo que te falta:
¡busca tú mismo!
Y Dios lo buscará contigo,
porque ya te lo dio como promesa
y como meta
para que tú lo alcances.
No reproches a Dios por tu desgracia:
¡súfrela con él! Y sufrirá contigo
y, si hay dos para un dolor,
se sufre menos...
No le exijas a Dios que te gobierne
a golpe de milagros, desde afuera:
¡Gobiérnate tú mismo!
con responsable libertad, amando,
y Dios te estará guiando
¡desde dentro y sin que sepas cómo!
No le pidas a Dios que te responda
cuando le hablas:
¡respóndele tú
porque él te habló primero!
Y si quieres seguir oyendo lo que te falta,
escucha lo que ya te dijo.
No le pidas a Dios que te libere
desconociendo la libertad
que ya te dio.
¡Anímate a vivir tu libertad
y sabrás que sólo fue posible
porque tu Dios te quiere libre!
No le pidas a Dios que te ame
mientras tengas miedo de amar
y de saberte amado.
¡Ámalo tú y sabrás
que si hay calor es porque hubo fuego,
y que si tú puedes amar es porque él te amó primero.
(San Agustín)