Un viernes, 21 de octubre de 1966 un terrible desastre ocurrió en el pueblo minero de Aberfan, al sur de Gales. En tan solo unos momentos, 128 niños y 16 adultos murieron en un cataclismo descrito por un periodico, como "el desastre más grande que ha golpeado a nuestra gente en tiempo de paz"
Temprano en la mañana del viernes 21 de octubre de 1966, después de varios días de intensas lluvias, un hundimiento de cerca de 3.6 metros se produjo en el flanco superior de la mina de carbón de residuos. A las 9:15 am más de 150.000 metros cúbicos de agua saturada de desechos se separaron y corrían cuesta abajo a toda velocidad. . El grupo de trabajo de inflexión en la montaña vio el comienzo del deslizamiento de tierra, pero no pudieron dar la alarma debido a que su cable de teléfono había sido robado varias veces y la investigación oficial sobre el desastre, más tarde estableció que el deslizamiento ocurrió tan rápido que un aviso telefónico no habría salvado ninguna vida.
Mientras tanto, a 200 millas de distancia, en una iglesia espiritista de Plymouth, Devon; una mujer tenía una visión de “Una casa, luego un minero, luego una avalancha de carbón bajando por la montaña. Al fondo de ésta había un niño absolutamente en pánico. Luego vi operaciones de rescate.” En cuanto a ésta visión, hubieron seis testigos y la misma le contó lo que vio a su vecino alrededor de las 8:30 a.m en la mañana del desastre, antes de que ocurriera.
Así como ésta mujer, más personas llegaron contando sus premoniciones. Una niña víctima del desastre, 14 días antes de que ocurriera, le dijo a sus padres: “No mami, tú debes escucharme. Yo soñé que fui al colegio y ¡ya no había colegio!. Algo negro había caído sobre todo éste“. Sus padres y el ministro de la iglesia local confirmaron éste evento después de que la niña murió en el desastre.
Más premoniciones provenientes de distintas partes de Inglaterra, como Kent y Buckinghamshire se reportaron. Éste no es el único desastre que muchos han visto antes de que ocurra. Hoy en día existen muchos clarividentes; pero más que éstos, están aquellos incapaces de escuchar o creer cualquiera de éstas cosas.
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