En la antigüedad, se distinguía la adivinación intuitiva o espontánea, de la adivinación inductiva o razonada.
La primera la practicaban unos cuantos profetas, la segunda, mucho más común, resultaba de la interpretación de los signos y símbolos u oráculos, es decir del uso de las artes adivinatorias.
Y así, volviendo a la pregunta inicial del ¿Cómo se puede interpretar simultáneamente el lenguaje del Tarot, el de la Astrología y el de los sueños? Podemos responder: mediante los símbolos que contienen.
En efecto, se trata del mismo lenguaje, interpretado desde ángulos diferentes, pero cuya comprensión siempre apela a una facultad de la conciencia que permite relacionar el mundo material con el espiritual: la intuición, que nos permite extraer información del vasto campo de la conciencia colectiva, allí donde por lo general, individualmente, apenas explotamos una décima parte de sus riquezas.
El futuro no se predice. Tan sólo la parte inteligente e inspirada de nuestra alma posee las llaves que nos permitirán abrir las puertas y ventanas de nuestra conciencia, a fin de que esta se ilumine. El sueño es el lenguaje del alma. Cuando soñamos, es nuestra alma la que se dirige a nosotros con el lenguaje de la verdad y la que nos previene. Ése es el sentido del sueño premonitorio.
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